Contrariamente a lo que se cree, el crimen perfecto no es el que asegura
la impunidad del culpable, sino aquel que resuena en los oídos del buen
conocedor como un acorde sinfónico de sangre y muerte. Qué mejor conocedor de
todo ello que el gran maestro Alfred Hitchcock, que ha incluido en esta
espeluznante antología una serie de autores que gozan de su más alta y exigente
estima: Robert Bloch, Dick Ellis,
C. B. Gilford, Craig Rice, James Holding,
William Logan y un largo etcétera de aventajados alumnos del supremo sacerdote
del crimen y el suspense. Los dieciséis
esqueletos de mi armario suenan como auténtica música celestial para
quienes disfrutan de los alaridos de terror, los disparos a bocajarro y el
brutal sonido de un cuchillo desgarrando la carne de la víctima.
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