Dieciocho años más tarde, cuando el rey de Lubinia se enfrenta a una revuelta a causa de que no ha podido engendrar otro heredero, Leonard sabe que debe llevar a Alana a su hogar para impedir una guerra civil. Pero en el palacio de Lubinia nadie cree que ella sea la princesa desaparecida.
Christoph Becker, capitán de la guardia real, arresta a Alana porque sospecha que es una impostora y una seductora asesina. Cuando el rey reconoce a Alana como su hija perdida, lleno de orgullo da su mano en matrimonio al único hombre al que cree capaz de protegerla y eliminar a todos aquellos que están empeñados en destruir su dinastía: Christoph Becker.
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