Dicen que morí.
Se me paró el corazón y no respiraba; a los ojos
del mundo estaba muerta de verdad. Unos dicen que me fui por tres minutos,
otros que cuatro; yo empiezo a pensar que la muerte es cuestión de opinión...
Llamándome Julieta, supongo que debería haberlo visto
venir, pero quise creer que, por una vez, no tendría lugar la misma lamentable
tragedia de siempre, que esta vez estaríamos juntos para siempre, Romeo y yo, y
que nuestro amor no volvería verse interrumpido por sombríos siglos de
confinamiento y muerte.
Pero no se puede engañar al Bardo. Así que morí, como
me correspondía, cuando acabó mi texto, y volví a caer en el pozo de la
creación.
Ay, pluma dichosa. Ésta es tu página.
Toma tinta y déjame empezar.
(Prólogo)
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